En una tarde de soledad
caminando por la ciudad
vi mojada por la lluvia sin gotas
a la mujer de las sonrisas rotas.
Parada en una esquina
no esperaba su amor imposible
solo pretendía su propina
pues su amor era vendible.
Que pena me dio el embargo
de su sueños y romances
producido por un fardo
que no le hace las paces.
A mi no me importaría
pasar el resto de mis días
devolviendo a su vida
las sonrisas y alegrías.
Al día siguiente volví
pero no la encontré
me di cuenta que perdí
mi camino retomé.
Si alguna vez por ahí la ves
no la eches a perder
por favor toma notas
de la mujer de las sonrisas rotas.
Algo que se me ocurrió pensando en historias de más de una mujer.
Saludos.
S. M.
2 de diciembre de 2010, 20:05
S.M: Esta poesía es para música... no sé una balada, un tango argentino... Vosé canta? anímese.
Arcadia
PD Una cosa curiosa sobre este tema, del comercio del cuerpo, es que quien ejerce la prostitución son los consumidores, aunque el engañoso lenguaje (siempre teñido del campo de fuerzas del poder) le adscriba ese el ejercicio a la mujer... ¡QUé le vamos a hacer!
5 de diciembre de 2010, 10:55
que halago tu comentario. habria que ponerle musica, sobrarian detalles que ultimar. sobre tu pd, coincido con vos. la prostitucion la ejercen los consumidores pues son aquellos que la mantienen.